La Humanidad en conjunto y en particular, nos enfrentamos actualmente a un gran desafío. Un desafío que pone a prueba nuestra capacidad de demostrar en hechos concretos, que el conocimiento y las instrucciones que recibimos de Los Grandes Seres, si son comprendidos y puestos a la práctica, pueden liberarnos del sufrimiento que causa la indecisión y la resistencia al cambio, al afrontar la vida con una nueva comprensión de lo que significa ser Humano. Únicamente aceptándonos tal como somos en lo bueno y en lo malo, podemos decidir sin temor a equivocarnos, los pasos que tenemos que dar hacia la liberación de esta prisión que nosotros mismos hemos construido.
Ver de frente lo que fuimos en el pasado generalmente nos asusta y sin embargo, es la única forma de reconocernos por lo que somos, dándonos la oportunidad de producir cambios significativos en nuestro interior y en consecuencia en nuestras vidas.
El miedo a afrontar lo desconocido nos paraliza y la reacción és a huir, pero no únicamente de los acontecimientos que se suceden en nuestras vidas sino, de nosotros mismos. De esta forma seguimos sumergidos en el conflicto. Nos cuesta mucho ser objetivos, sin involucrarnos y ver con claridad cuales deben ser los pasos que tenemos que dar para resolver el problema.
Sin embargo el Alma está ahí, esperando que nos libremos de la oscuridad que nos envuelve, para que nos demos cuenta que no estamos solos y que si confiamos en Ella surgirá una gran fuerza interior desconocida hasta el momento, entonces ya nada de lo que pueda ocurrir en nuestras vidas podrá detenernos en el avance hacia la liberación. Nosotros que estamos hechos de Su propia esencia, nos sentimos irremediablemente atraídos por la Luz que irradia e ilumina nuestro camino.
Pero no todas las crisis que se presentan son producidas por las mismas causas ni debido a los mismos estados de consciencia.
Cuando se ha entrado en el camino del discipulado y antes de volver a la encarnación, el Maestro hace pasar por delante del alma del discípulo una proyección sintetizada de lo más remarcable que se le presentará en su próxima encarnación y el servicio que le tiene reservado, si es que lo acepta.
El servicio que nos pide prestar el Maestro siempre entra dentro de nuestras posibilidades, dándonos al mismo tiempo la oportunidad de avanzar en el Sendero de Iniciación. Si se acepta, implicará un renovado esfuerzo y una renuncia voluntaria cada vez más pronunciada de los requerimientos personales.
El discípulo debe enfrentar el karma generado en anteriores encarnaciones, a fin de convertirse en un canal cada vez más puro a través del cual el Maestro pueda comunicarse con él sin encontrar obstrucciones.
La soledad es cada vez más pronunciada en la vida del discípulo, tanto más, cuanto más se avanza en el Sendero, y aunque en su vida de relaciones generalmente encuentra rechazo y es menos comprendido por su creciente impersonalidad, la vida interna e identificación con el Yo superior le da una enorme fuerza para vivir en este mundo, con el cual se siente cada vez menos identificado, y sin embargo fue su propia alma quien decidió encarnar.
La misión del discípulo consiste en despertar las consciencias de la humanidad, a fin de que vea por si misma la oportunidad que se le presenta de dar el paso definitivo que le permitirá enfrentar la Luz, la cual, le indicará el regreso al "Hogar del Padre" después del larguísimo peregrinaje de donde salió hace muchos millones de años.
El Maestro nos suplica que con nuestro ejemplo, despertemos las consciencias adormecidas, que amemos a la humanidad y lo demostremos en el Servicio.
Abramos el corazón !!!...
Ver de frente lo que fuimos en el pasado generalmente nos asusta y sin embargo, es la única forma de reconocernos por lo que somos, dándonos la oportunidad de producir cambios significativos en nuestro interior y en consecuencia en nuestras vidas.
El miedo a afrontar lo desconocido nos paraliza y la reacción és a huir, pero no únicamente de los acontecimientos que se suceden en nuestras vidas sino, de nosotros mismos. De esta forma seguimos sumergidos en el conflicto. Nos cuesta mucho ser objetivos, sin involucrarnos y ver con claridad cuales deben ser los pasos que tenemos que dar para resolver el problema.
Sin embargo el Alma está ahí, esperando que nos libremos de la oscuridad que nos envuelve, para que nos demos cuenta que no estamos solos y que si confiamos en Ella surgirá una gran fuerza interior desconocida hasta el momento, entonces ya nada de lo que pueda ocurrir en nuestras vidas podrá detenernos en el avance hacia la liberación. Nosotros que estamos hechos de Su propia esencia, nos sentimos irremediablemente atraídos por la Luz que irradia e ilumina nuestro camino.
Pero no todas las crisis que se presentan son producidas por las mismas causas ni debido a los mismos estados de consciencia.
Cuando se ha entrado en el camino del discipulado y antes de volver a la encarnación, el Maestro hace pasar por delante del alma del discípulo una proyección sintetizada de lo más remarcable que se le presentará en su próxima encarnación y el servicio que le tiene reservado, si es que lo acepta.
El servicio que nos pide prestar el Maestro siempre entra dentro de nuestras posibilidades, dándonos al mismo tiempo la oportunidad de avanzar en el Sendero de Iniciación. Si se acepta, implicará un renovado esfuerzo y una renuncia voluntaria cada vez más pronunciada de los requerimientos personales.
El discípulo debe enfrentar el karma generado en anteriores encarnaciones, a fin de convertirse en un canal cada vez más puro a través del cual el Maestro pueda comunicarse con él sin encontrar obstrucciones.
La soledad es cada vez más pronunciada en la vida del discípulo, tanto más, cuanto más se avanza en el Sendero, y aunque en su vida de relaciones generalmente encuentra rechazo y es menos comprendido por su creciente impersonalidad, la vida interna e identificación con el Yo superior le da una enorme fuerza para vivir en este mundo, con el cual se siente cada vez menos identificado, y sin embargo fue su propia alma quien decidió encarnar.
La misión del discípulo consiste en despertar las consciencias de la humanidad, a fin de que vea por si misma la oportunidad que se le presenta de dar el paso definitivo que le permitirá enfrentar la Luz, la cual, le indicará el regreso al "Hogar del Padre" después del larguísimo peregrinaje de donde salió hace muchos millones de años.
El Maestro nos suplica que con nuestro ejemplo, despertemos las consciencias adormecidas, que amemos a la humanidad y lo demostremos en el Servicio.
Abramos el corazón !!!...
Marta Parramon
La Gran Soledad debe ser vivida a través de la Gran Alegría del Alma.
Esta siempre dispuesto al SI del Maestro.
Gràcies Marta.
Abraçades.
Cuando las consciencias se iluminan todo lo externo es transformado, pues todo cambio interno produce sus efectos en lo externo. Siempre lo veremos así, primero se gestan las ideas en la mente para ir descendiendo al mundo de deseos y finalmente se concreta en hechos tangibles.
El mundo no cambiará si antes no cambiamos nosotros mismos
"La Gran Alegría del Alma" una frase muy hermosa que leí en una de las instrucciones que da el Maestro Tibetano a Sus discípulos y deberíamos experimentar más a menudo, pues cuando hay alegría en nuestro corazón la Luz y la Paz que irradiamos transforma todo nuestro entorno mitigando el sufrimiento y despejando la oscuridad que envuelve al mundo.
Gracies Olga i Carles
Abraçades
Un fuerte abrazo
Un fuerte abrazo, Marcos.